domingo, 16 de septiembre de 2012

Sufriendo, pero tres puntos más

El Alcorcón sumó su cuarta victoria consecutiva (quinta si contamos el Trofeo Puchero) en una racha que le ha alzado hasta la cuarta plaza de la clasificación. Eso sí, ayer no fue un baño de juego ni un festival de goles. Ayer el equipo sufrió, y mucho, para doblegar a un Córdoba que salió dormido y acabó asediando la portería de Manu.

Tras cinco jornadas, al fin, Bordalás no me sorprendió con el once. Era lo que esperaba. Con el clásico 4-2-3-1 apostó por el equipo que más rendimiento le está dando. Dio la manija a Sergio Mora y Rubén Sanz y en la mediapunta optó por Juli. Y el Alcorcón salió como un tiro. Tanto es así, que en el primer minuto el de Alcoy marcó, aunque en posición antirreglamentaria. Pero a los 7', el de Kike López sí subió al marcador. El extremo tiró la diagonal para buscar el remate al primer palo tras un buen centro raso de Sales. El salmantino se estrenó así como goleador con la camiseta amarilla. Con el 1-0 todo parecía que iba a ser un camino de rosas. Muy bien la presión de los alfareros en la salida del balón y muy vertical con la posesión del esférico. Así iban cayendo las ocasiones, pero no la tranquilidad. Los amarillos le metieron mucho ritmo e intensidad al partido, cosa que después pasó factura. Mientras, el dormido Córdoba empezaba a despertar. Poco a poco se iba acercando cada vez más a la puerta de Manu. Pedro fue el que más cerca estuvo, al mandar fuera un tiro desde dentro de área sin oposición.

Sin embargo, lo que marcó ese despertar de los andaluces fue una desgracia. Gaspar tuvo que retirarse por problemas físicos y en su lugar salió Dubarbier. El argentino se colocó en el lateral izquierdo, desplazando a Fuentes al centro de la zaga. Desde esa posición empezó a subir con peligro la banda incorporándose muy bien al ataque e, incluso, estuvo cerca de marcar. Manu llegó antes a un balón dividido dentro del área que dejaba sólo al lateral. Unos minutos antes fue Sales el que fue sustituido por lesión. En su lugar entró Sergio Prendes, que estuvo bastante bien.



Tras la reanudación, el conjunto blanquiverde salió con una marcha más. Fue empujando al Alcorcón hasta meterlo en su campo. El técnico alicantino dio entrada a Abraham, para intentar parar el vendaval cordobés metiendo más músculo en el centro del campo y sacando a Kike López, que se había vaciado. Al poco, también decidió dar entrada a Quini por un Oriol Riera que, según dijo Bordalás en rueda de prensa, estaba muy cansado. Ambos con ovación incluida. A pesar del continuo ataque del Córdoba, las contras amarillas eran peligrosas con la velocidad de los cuatro de arriba. En una de ellas llegó la tranquilidad, al menos, momentánea. Un balón largo lo tocó Juli y los centrales andaluces se la comieron. El de Alcoy estuvo más listo y lo aprovechó para batir a Alberto. Con este tanto, los alfareros mejoraron y asomaron por el campo rival. Pero poco duró. El Córdoba volvió a ir empujando a los amarillos, y los de Bordalás comenzaron a recular. En el 75', tras muchas ocasiones, Dubarbier logró  batir a Manu. El gol dio alas a los de Berges, que desde entonces asediaron la portería alfarera. El Alcorcón se defendió con uñas y dientes, corriendo por cada balón pero ya sin fuerza. El ritmo que imprimió el equipo en la primera mitad estaba pasando factura a los jugadores que, con más corazón que otra cosa, acababan desbaratando todas las llegadas rivales. La historia pudo cambiar en el 87', pero el larguero impidió que el testarazo de Kiko Olivas fuera el empate.



Se sufrió mucho, pero valió tres puntos más y una racha que empieza a ser importante: cuatro partidos consecutivos ganados (cinco si contamos el Trofeo Puchero). Cuartos en la clasificación y ganando a un rival que, se supone, será importante. No se vio un gran juego. Pero las victorias, sufriendo, saben mucho mejor.

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